El sábado en Ipswich, entre ver ganar a un visitante del Derby County y tomar el tren de regreso a Londres, me encontré con un dilema familiar. Si gastaba menos de £ 10 en el bar, incurriría en una tarifa administrativa de 50 peniques: este problema diabólico se resolvió duplicando la cantidad de pintas compradas y saltando los consejos de la OMS sobre las unidades diarias tanto para mí como para mi compañero de bebida.
Si la Asociación de Fútbol hubiera puesto el partido solo dos semanas después, no habría tenido esa excusa para defraudar a la OMS y a nuestros hígados. A partir del sábado 13 de enero de 2018, se prohibirá a las empresas cobrar tarifas por pagos con tarjeta de crédito o débito, y eso se extiende a los pagos sin contacto vinculados, como Android Pay y Apple Pay. La nueva ley se aplica a los pagos realizados en la tienda y en línea.
El cambio de regla sigue una directiva de la UE, lo que significa que todos los países de la Unión Europea eliminarán gradualmente los pagos en transacciones con tarjeta con el tiempo. Por el momento, los recargos en los pagos con tarjeta están permitidos, pero desde 2013 teóricamente se limitan a lo que les cuesta a las empresas procesar la transacción, sin ninguna ganancia adicional.
Los efectos colaterales de esta ley aún están por verse: es posible que algunas compañías simplemente aumenten sus precios para absorber las tarifas de la tarjeta, mientras que otras incluso pueden apostar y negarse a aceptar pagos con tarjeta por completo. Esto último no parece muy probable en un mundo en el que Apple Pay y Android Pay están ganando una tracción significativa, pero los empujones de comportamiento a veces tienen consecuencias no deseadas.